Hola Gisela,

Te escribo esta carta desde la parte más profunda de mi ser. A partir de ella me despido de ti y te dejo marchar en paz para que así yo también pueda vivir en paz y en la plenitud que busco y necesito.

Quería decir muchas cosas que no sé si seré capaz de recogerlas todas en esta carta.

La primera de ellas es que te añoro, te echo de menos muy a menudo, demasiado a menudo diría yo. Es una sensación muy extraña Gisela porque no te he conocido físicamente, pero sé, perfectamente cuál sería tu aspecto si hubieras vivido, tu carácter, tus gustos…

Hasta ahora, he estado viviendo por ti, por las dos, para mantenernos unidas y este hecho me ha comportado sufrimiento, rabia, enfado, incomprensión, soledad, muchos llantos, malestares, disgustos y dolores de barriga.

Siento que he comprendido que tengo que soltarte, dejarte vivir como tú has elegido sin pretender que yo viva por las dos ni vivir en la inexistencia, en las ganas de morir que no entendía hasta hace poco cuando descubrí que, sencillamente, estaban en mi porque era la manera más cercana de estar contigo.

He lamentado infinidad de veces tu ausencia, siento que contigo mi infancia y la relación con mis padres hubiera sido más fácil, más fluida, más llevadera. Pero la realidad es que tú no estás en el mismo plano que yo, estamos en planos diferentes y no puedo seguir viviendo por las dos, resulta agotador y al final siento que ni vivo yo ni vives tú.

Me encuentro una y otra vez en una dualidad muy difícil de llevar, una dualidad que me hace sufrir y no me deja en paz. Una dualidad que dificulta la toma de decisiones y que me revierte en forma de inseguridad demasiada veces.

Me hace sentir pequeña y ridícula, poco valiosa, poco capaz y, evidentemente, no me gusta nada esta sensación porque me hace sufrir.

Hay una cosa que no he explicado a muchas personas pero que quería explicarte a ti: Tengo un recuerdo, una memoria intrauterina. Creo recordar que cuando estábamos en el vientre de mamá alguien me preguntó si quería ser zurda o diestra. Este “alguien”, para denominarlo de alguna manera, me explicó que la mayoría de las personas eran diestras.

Yo, escogí ser zurda.

Esta pregunta, que como te digo recuerdo como si fuera ayer, parece a simple vista una pregunta banal, nada cargada de significado. Aun así, siento que en aquel preciso momento se me preguntó si quería venir a la vida. Yo decidí que sí, tú decidiste que no. Y allá, justo en aquel pequeño instante empezó todo. Un camino que determinaría por siempre jamás mi vida y la de los que están a mi alrededor.

Explicándote esto no pretendo cargarte de culpas ni responsabilidades, sólo necesito hacerte saber porqué, en numerosas ocasiones, siento rabia, enfado y tristeza hacia ti porque siento que me sacas de mis casillas. Veo a menudo reflejado tu carácter en mi perra Gaia, y esto no puede continuar, porque es un “sinvivir”.

Desde que sé de tu existencia, he podido comprender muchos sentimientos míos, conductas y preocupaciones. Me he enfadado contigo infinidad de veces lamentándome de que no estés aquí y decidieras ir allá, de por qué soy así y me siento así, extraña, perdida, como si siempre me faltara algo para ser feliz, como si estuviera incompleta, doblando las cosas cuando voy a comprar, estimando los números pares en todas las cosas que veo, incluso he hecho dos carreras!! La tuya y la mía!!

Antes, vivía todo ello de manera absolutamente inconsciente, sabía que era infeliz pero no sabía por qué. Sentía que cada cual vive la vida que le toca vivir, que vivimos la vida que uno mismo ha escogido en otras vidas, incluso que pagamos en vida los pecados o las malas conductas de vidas pasadas. Ahora, no es que piense que esto no es así, simplemente lo veo diferente. He cambiado la mirada respecto a esta opinión. Pienso que cada persona del mundo es responsable de su vida y de sus situaciones, que la conciencia nos libera y es sanadora.

No puedo dejar de lado el pensamiento recurrente de imaginar qué hubiera pasado si tú hubieras vivido, me inclino por pensar que todo hubiera sido mucho más fácil, tal y como te decía al inicio de la carta. Mucho más sencillo y fluido. Pero siento que si estoy pasando por este proceso de luto, de despido es porque lo necesito, porque en el fondo Gisela te necesito cada día de mi vida conmigo, a mi lado… Por qué decidiste marchar y no quedarte, aquí las dos estaríamos juntas…

Quiero que sepas que te quiero mucho, infinitamente, es un amor difícil de describir porque es muy diferente al que se siente por una madre o por una pareja. Es un amor que sale de las entrañas, que incluso permitiría que yo no viviera para que vivieras tú, es un amor que, como comprenderás, no permite vivir en libertad, sino en la pena, la tristeza y el lamento constante. Y pienso que esto me trae al victimismo, al vivir los hechos y las situaciones con una intensidad arrolladora que nadie comprende pero que está ahí, presente cada día y que me hace sufrir y me hace sentir incomprendida y sola muy a menudo.

Me hubiera gustado que hubieras estado aquí porque podríamos compartir mil cosas, incluso pienso que seriamos vecinas, viviríamos en dos casas adosadas, cada una con su pareja y compartiríamos los domingos.

Sin embargo, esto no puede ser así y lo acepto, lo digo: SÍ a todo lo que siento y pienso respecto a ti. Hoy, día 22 de marzo, a pocos días de nuestra concepción decido desfusionarme de ti, desapegarme de ti para seguir mi vida y dejarte a ti hacer tu camino, sin necesidad de que yo tenga que vivir una y otra vez por las dos.

Para honrarte, darte un lugar y profesarte todo el amor infinito que siento por ti te diré que he encontrado una manera, a mi parecer muy sana, de hacerlo: conducir mi coche rojo yo sola. Esta acción se traduciría en saber estar dentro del útero de la mama, dentro del huevo yo sola, conducir mi propia vida sola, sin ti, sin necesidad de hacerte revivir constantemente.

Cada vez que conduzca sola, en el interior de mi coche rojo te estaré honrando, te estaré diciendo: te quiero hermana mía, te quiero y te recuerdo pero ya no lamento que no estés aquí… Te estaré dando tu lugar.

Siento que así podré vivir con la plenitud, la alegría y la felicidad que me merezco y que, al mismo tiempo , sólo yo en la soledad de mí interior y de la niña que llevo dentro (mi niña interior, la niña que un día fui y que siempre seré) me puedo proporcionar.

Esta liberación consciente, esta despedida dolorosa pero necesaria me aportará autonomía, de hecho el acto que he decidido hacer para honrarte me aporta precisamente libertad y autonomía. Me permite ir allá donde quiera sola, hecho que antes me daba un reparo y un

miedo terrible.

Así pues, me despido de ti con una mezcla de pena y de satisfacción. Cómo te he dicho antes, quiero que sepas que cada vez que conduzca sola estaré honrándote, pero de una manera sana y placentera por las dos. No prometo dejar de sentirme triste cada vez que cumpla años, pero tu recuerdo y tu esencia siempre estarán allá, en cada ritual que haga, cada año que se cumplan, años que la tierra gira alrededor del sol desde que yo estoy en ella.

Antes de despedirte quiero explicarte que estoy a punto de conseguir lo que tanto deseo desde hace unos meses, desde que me he dado cuenta de tu existencia y he descubierto que, de las dos, yo soy la maestra y tú eres la educadora social. Estoy a punto de conseguir una plaza de maestra en una gran escuela. El día que lo consiga lo celebraré y tú también estarás en aquella celebración, ocupando el lugar que te corresponde en mi pensamiento.

Tengo un jazmín, que he comprado hace poco. Lo tengo en el patio del piso donde vivo actualmente. Lo compré pensando en las dos, no sé por qué motivo la fragancia que desprende me recuerda a ti y a mí, a las dos.

Te quiero y te adoro hermana mía, parece ser que me toca seguir sin ti, con valentía, coraje, fuerza y voluntad.

Se me escapan solas las lágrimas de los ojos sólo con pensarte e imaginarte, eres tan guapa Gisela…

Quiero pedirte perdón. Perdón por no haber sabido de ti a pesar de que sentía e intuía tu presencia, a pesar de que a menudo se me presentaban situaciones paralelas, incluso en el trabajo, de repente, empezaron a aparecer niños y niñas que cuidaba y que eran gemelos y me despertaban un sentimiento profundo de no sé que… Hace poco he empezado a comprender y a integrar. La vida te pone en el camino todas aquellas comprensiones que necesitas trascender, es fantástica.

También, quiero pedirte perdón por haberte hecho vivir y revivir ya no sólo a través de mí y de las cosas que hacía por las dos sino a través otras personas que, inconscientemente, percibía como mi gemela, la infinidad de mejores amigas que tenía de pequeña… Siento que todo ello te ha retenido aquí y no te ha permitido marchar nunca del todo, no te ha permitido evolucionar y estar en paz. Ni a ti ni a mi.

También, quiero decirte que te perdono, te perdono profundamente por haber decidido lo que decidiste en su momento, por haberte marchado y haberme dejado sola, por haberme hecho sentir indefensa e insegura por tu ausencia, no es responsabilidad tuya que yo me

sienta así y el vacío que he ido sintiendo constantemente a lo largo de estos años…

Como he dicho, me hubiera encantado que te hubieras quedado, quién sabe si mi escoliosis no habría existido… Pero digo un acepto alto y claro a tu decisión.

YO PUEDO Y PODRÉ SEGUIR SOLA. Te quiero hasta el infinito y siempre te querré.

Un largo y cálido abrazo

Tu hermana eterna,

María